viernes, 23 de julio de 2010

Con "v" de Vuelta!

En corto, regreso.

Espera por mí, Praga. :D


No llores por mí, ya sabes quién. ;)

lunes, 19 de julio de 2010

Once Upon a Dream

Abrí los ojos y vi un espejo.
Y en el espejo, mi reflejo.

Incrédula recorrí mi imagen segundo tras segundo.

Un vestido largo y blanco envolvía mi cuerpo, siempre he creído que las mujeres se ven increíblemente hermosas vestidas de novia.

Y en ese momento, yo era aquella quien iba a acudir al altar.

Y si me lo preguntan, no lucía hermosa.... me veía más bonita de lo que yo alguna vez hubiera imaginado que pudiera verme.

De repente, volteé y vi un jardín, y mucha gente sentada, entre los invitados, había familiares, amigos y rostros de desconocidos.

Y los nervios comenzaron a apoderarse de mí.

¿Con quién diantres iba a casarme?!?!?!

Y de la nada, mi memoria clareó.

Volteé a ver el anillo solitario que llevaba puesto, y recordé a mi futuro esposo, un hombre que nunca he visto en la vida real.

Un chico ni guapo ni feo.

Ni alto, ni bajo.

Ni grueso, ni menudo.

Recordé que habíamos durado dos meses de novios.

Caminé entre el jardín buscando respuestas a mis dudas.

¿Qué estaba haciendo yo ahí?

¿Por qué todos sonreían al mirarme?

Mi mente no quería casarse, pero mi cuerpo seguía caminando buscando a un desconocido a quien yo no quería.

Busqué por todos lados al hombre vestido de frac.

Cuando lo ví, él se acercó a mí sonriente, radiante, así… así como se supone que se ven los hombres el día que se casan.

Me abraza y siento la manera en que me transmite algo raro que nunca he sentido en mi interior.

Yo lo rechazo, miro dubitativamente sus ojos y tartamudeo: “Tenemos que hablar….”.

Él, pierde brillo en sus ojos, pero no su serenidad y me responde cabizbajo: “…¿Quieres que te de tiempo verdad?....”

Yo apenada, más que apenada, digo ¿por qué de un tiempo a la fecha me toca ser la mala del cuento?, bajo la mirada un poco, y esbozo: “Sí, la verdad… es que no estoy segura.”.

Él toma mis manos, se vuelve hacia todos los invitados que murmuran que hacemos una genial pareja, y en voz firme, aunque un tanto nostálgica, refiere: “Les pedimos una disculpa, pero hemos decidido que no es el momento de unir nuestra vida en matrimonio,…..”.

Yo incrédula volteo a ver a ese hombre desconocido, que sin ser atractivo físicamente para mí, ni haber entendido por qué le di el “Sí”, está ahí frente a una multitud, sacando la cara por mí, ocultando mi postura y envolviéndola en una “decisión de común acuerdo.”.

Veo en ese momento la bondad de su alma, al caballero detrás del traje, y por un instante siento ansias de correr a abrazarlo, besarlo y decirle: “Sí, acepto ser tu esposa….”.

Pero no lo hago.

Todo lo subsecuente es vago y no lo recuerdo.


Me desperté recordando mi sueño, me siento a la orilla de mi cama y pienso:

“No es posible que ni en mis pinches sueños pueda casarme!!!”.


Me paro al espejo y veo mi cabello despeinado y mi rostro sin maquillaje.

Recuerdo aquella otra imagen propia, perfecta y hermosa.
Me pongo a pensar en la posibilidad de un mundo paralelo, donde hay un hombre para quien yo soy su mundo, es algo demasiado rosa y cursi, yo lo sé, quizás esa otra mujer sueña con mi vida, y de vez en vez... cambiamos de realidad.

Aunque,
La mejor parte de todo, es que un sueño me hizo ver lo bonita que puedo llegar a verme el día que me vista de novia.

The End.

jueves, 15 de julio de 2010

El arte de la seducción.

“Algo en tu cara me fascina, será tu sonrisa.”.
Elvis Crespo.

No sé qué tiene ese hombre.

Aún a la lejanía, aún cuando ha pasado tanto tiempo, aún cuando es casi imposible que volvamos a coincidir…. Él sigue siendo un seductor irresistible.

Si la seducción es un arte, él es todo un Picasso.


Me siento incrédula e idiota a la vez, al sentir esa cosa en el interior.

Al sonreír como vil tarada, al punto de guardar conversaciones en un archivo de Word, que leo cada vez que la soledad y las ganas de sentirse especial llegan a mi vida.

-¿Vos como estás muñequita linda?... No, para qué te pregunto, la verdad estás para comerte a besos.

-¿Recordas ese día que nos conocimos? Porque yo nunca podría olvidarlo.

-Soy más feliz desde el día que te conocí.

….. Como mujer racional que soy, sé que hay frases que posiblemente se dicen de dientes para afuera, para crear un momento especial, basada en una conexión efímera sui generis… digo, alguien que vive a diez horas de vuelo y tiene una vida propia, seguramente sería igual de feliz sin haberme conocido, pero…. La leve posibilidad de que sea cierto el hecho de que es más feliz porque “formo parte” de su vida, es un pequeño detalle que puede traer grandes alegrías a quien lo recibe.

-Hey muñequita, tengo un regalo para vos, conéctate y acepta mi invitación de webcam.


Bendita tecnología que nos hace poder ver en la computadora a un ser querido.

Yo con verano, él con invierno.

Yo con blusa, él con sweater de cuello alto.

Yo en la oficina, él en su estudio.

Él con esa sonrisa increíble que el tiempo no puede borrar.

Con ese acento encantador característico de los pibes.

Con esa mirada traviesa que me enamoró de él en diez segundos.

Con esa capacidad de decir vulgaridades sin ser grotesco.

Con la delicadeza de hacer comentarios sobre mí de tal manera que me hace sentir…. Tan Mujer.

Yo me sonrojo, él me sonríe, me manda besos, ve a la cámara como si yo estuviera enfrente de él, y yo, por instantes, me siento así, enamorada.


Y por instantes creo que es verdad que es más feliz desde que yo llegué a su vida.
Sea lo que sea que signifique llegar a la vida de alguien que pertenece al Sur.

martes, 13 de julio de 2010

Pepenadora

Mi trabajo tiene la ventaja de no tener un horario definido.
Puedo llegar a la hora que yo quiera, irme a la hora que yo quiera, hacer lo que yo quiera (en teoría), pero obvio, como trabajo por honorarios profesionales, mientras más trabajo entregue, más lana gano.

Hace no muchos meses ocurrió que dieron las once y media de la noche, y yo apenas iba saliendo.

Ya no había nadie en el edificio, así que tuve que cerrar y apagar todo.

En el frigobar de la oficina había una fruta que había olvidado sacar hacía dos días, y antes de que comenzara a pudrirse, decidí colocarla en una bolsa de plástico y tirarla en el contenedor de basura localizado enfrente de la puerta de entrada al edificio.

De esos contenedores grises con la tapa anaranjada que hay en toooodas partes.

Saqué las llaves de la ofis, cerré bien, como llevaba mi bolsa y la fruta, coloqué el anillo del llavero en mi dedo índice y luego el asa de la bolsa de plástico con la fruta adentro que iba a tirar.

Al momento de tirar la bolsa de plástico, ésta era demasiado grande para el agujero del contenedor de basura, lo cual me causó irritación y dije “Ni maíz paloma, entras porque entras!”, y ahí estaba yo casi a media noche de un día entre semana, empujando la bolsa de basura hacia el bote de basura.

Cuando sentí que por fin había entrado en el orificio del contenedor, sentí un alivio de saber que al fin me había librado de dicha suciedad, cuando de repente, en el último jalón de la bolsa de plástico….. no sé cómo pero se amarró al anillo del llavero de todas mis llaves del edificio, y plop!!!! Cayeron mis llaves adentro del contenedor.

Me quedé anonadada aproximadamente cinco minutos frente al contenedor de basura.

Sin moverme ni tantito.

Con la mirada puesta en ese agujero.

Pensando diez mil ideas como “Seguramente esto es un sueño, no me puede estar pasando a mí, sí, estás soñando, pellízcate y despierta!”…. al ver que en efecto, no era un sueño sino la realidad, tuve el primer impulso de decir “Diuuuuuuuu que se queden ahí las llaves, yo me largo!”, pero luego pensar “Weeee ahí hay llaves de TODO, de todos los cubículos, de las áreas de uso común del edificio, de la seguridad del edificio entero!!!”, y luego terminar con un: “Pues ya qué… ingue su……”, y con todo dolor buaaaaaj de mi corazón, y con todo el asco del mundo, introduje mi mano adentro del contenedor.

Pensaba yo que al momento de introducirme cinco centímetros lo primero que encontraría serían mis llaves, pero no fue así, por el peso se fueron muy abajo, así que parecía que estuviera yo peleándome con el contenedor de basura.

Para mi muy pinche mala suerte, mientras yo forcejeaba con ese aparatejo, pasaron diez mil y un carros por la avenida.

Cuando por fin la destreza se apiadó de mí, y después de tantear mil y un desperdicios, encontré mis llaves.

Saqué mi brazo del contenedor y al unísono recibí una llamada telefónica de un muy buen amigo.

Como en ese entonces cargaba mi localizador en la bolsa de mi pantalón, utilicé la mano limpia para sacarlo y responder, para sólo escuchar un:

“Se solicita a todas las unidades de protección civil y del DIF acudir a la esquina formada con las calles Wacha y Wacha, debido a que hay una Pepenadora destruyendo el patrimonio municipal…. Jaaaajajaja!”.

Sin dudarlo un segundo, lancé una mentada de madre, colgué el teléfono y al día siguiente, todos nuestros amigos en común, invadieron mi celular y mi correo electrónico de mensajes relativos a “las pepenadoras más buscadas de Salamanchester”.

A partir de ahí, nunca he vuelto a tirar la basura en esos contenedores grises con anaranjado.
Jum!

jueves, 8 de julio de 2010

Puras Pérdidas.

Hace tres semanas aproximadamente estaba en Guanajuato capital, formada en un cajero automático de una plaza comercial donde tenía estacionado mi runrún.

Por la prisas y por andar siempre pensando en la inmortalidad del cangrejo, olvidé llevar dinero y no tenía en mi bolsa ni los cinco pesos que me cobrarían para poder salir.

La señora que estaba enfrente de mí, metió las mil y un tarjetas que tenía para vaciarlas, mientras mi paciencia se hacía añicos porque necesitaba ir a León a una dependencia gubernativa que estaba a punto de cerrar.

Mientras lanzaba miradas de odio hacia la señora y me movía hacia mil y un lados, de repente, escuché un:

-jess, ¿eres tú?

Y frente a mí estaba él.

En mi mente sonó un “En el silencio la pregunta entre tú y yo”.

Bueno no, de hecho sonó un : “Hoy tengo ganas de ti”.

No, realmente no, sólo sonó un: “Lástima que seas ajeno....."

Yo sonreí de manera nerviosa y dije un:

- heeeeey!!! Holaaaaa!!! Qué tal? Tanto tiempo sin verte caray!

En eso, ya había detrás de mí cuatro personas más formadas para ir al cajero. Y la señora de enfrente seguía metiendo sus diez mil tarjetas.

Él sonrió al ver mi ligero nerviosismo y me dijo:

-Sí, como tres años… Mira dónde te vengo a encontrar! Sabes? Yo vivo a la vuelta de tu casa, siempre paso por ahí porque me queda de camino para mi trabajo.

La señora de enfrente por fiiiiin secó todo su saldo, yo ví el reloj, y ví la fila detrás de mí y le dije a la persona inmediata: “Si gusta, pase y yo sigo de usted.”.

El hombre asintió, y yo le dije a mi ex compañero:

-De hecho, ya no vivo donde antes.. ahora me cambié de casa y….

Él me interrumpió:
-Sí, ya sé que vives en otra casa, a un lado del salón de fiestas, donde siempre hay un coche gris y otro azul.

Yo me saqué un poco de onda y balbuceé:

-Ah.. ja, pues… el azul es el mío.

El señor de enfrente terminó su operación en el cajero, yo volteé con el señor que estaba tras de mí y le dije: “Si quiere pasar, yo enseguida paso.”.

¿Han sentido alguna vez esa tensión así como sexual entre ustedes y alguien más? Yo estaba acomodando mi pelo detrás de mi oreja una y otra vez.

El segundo señor a quien cedí mi lugar en el cajero terminó. Volteé con la siguiente señora y le dije que pasara ella.

Lo ví nuevamente y, Diossss no sé por qué!! Pero…. Han visto como algunos hombres o mujeres mejoran con la edad?? Ví ligeras canas en su pelo y arrugas alrededor de sus ojos, y se veía tan sexy… y lo único que me atreví a decir fue un:

-¿Sabes? Tengo que irme, debo llegar a León y quiero ver si alcanzo a ver un partido del mundial y….

-¿A quién le vas?

-Me gusta Brasil. Fue un gusto volverte a ver, que estés bien.

La señora de enfrente terminó y por fin tomé mi turno.



Hoy a las seis de la tarde, salí de casa con el pan de mi papufo, mi bolsa y un expediente, estaba cerrando la puerta de la calle, cuando escuché un:

-Hey jess!

Yo volteé abruptamente y casi tiraba el pan. Estaba a punto de decir un “Weeee casi tiro el pan por tu pinche culpa y……”…. y lo ví ahí, en su auto, sonriendo…. Con sus increíbles canas y sus encantadoras arrugas alrededor de sus ojos….

-Perdió Brasil.

Yo sonreí y dije:

- Sí, perdió Brasil.

miércoles, 7 de julio de 2010

Pueblo Chico.

Si hay algo que un pueblo respete más que las leyes y códigos vigentes, son las costumbres del lugar.

Yo vivo en una ciudad cuya minoría comienza a “aceptar” y a “tolerar” la homosexualidad como preferencia sexual de las personas.

Él tiene aproximadamente 50 años de edad.

Fue el hijo menor de una familia que ha habitado esta Ciudad desde antes que llegara la empresa paraestatal más grande del país a refinar el oro negro, o sea, nació en el seno de una familia campesina extensa y con ideas machistas.

Razón por la cual, fue obligado a desistir de estudiar la carrera de Turismo para inclinarse por la Arquitectura.

Hubo un tiempo donde el reprimir ciertas conductas en sociedad lo hicieron un ser que destilaba amargura, cuando he tenido oportunidad de intercambiar palabras con él, habla del pasado como un yugo que tuvo que soportar por no defraudar o avergonzar a sus padres.

Con la muerte de su madre, hace ya muchos años, él tomó las riendas de su vida y decidió probar la libertad, dejar de reprimirse y si bien no anda por las calles usando falda o maquillaje, eligió darse sus escapadas a ciudades vecinas, y no tanto, para divertirse con otras personas de su mismo género sexual.

Todavía sonrío al recordar la plática donde él me decía: “Sí, yo era un niño de diez años más o menos y mi papá me llevó a una feria, había un carrusel y mi papá me pagó la entrada, yo estaba encantado eligiendo a cuál de todos esos asientos elegir, cuando me decidí por una banca con patitos y mi papá enojado, me bajó y me dijo: Eso es para viejas, tú eres macho y te subirás a este caballo.”, o la manera en que avergonzado dijo que una vez le pagaron a una prostituta, y lo encerraron con ella, él le rogó que no lo tocara y que saliera y dijera que en efecto, era bien machín.

Mientras habita la casa que lo vió crecer, se dedica a hacer mil y un arreglos a los inmuebles que le pertenecen a su familia, busca trabajos provisionales para ahorrar dinero que le permitan costear sus viajes, y recorre el centro histórico de la Ciudad en la que ambos vivimos.

Cuando regreso a las cinco de la tarde a la oficina, puedo verlo platicando con policías o transeúntes, o sentado en una de las bancas de la plaza principal, caminando mientras va pensando Dios sabe qué, o asomado por el balcón de su casa, mirando la gente pasar.

Quizás piensa en aquella otra ciudad que él considera como suya, más que ésta, y añora el regreso; quizás piensa en aquellas personas que han sido importantes para él como ser sexual y que ya no volverán; quizás piensa en su infancia donde él se sentía atraído por los colores del carrusel y sus bancas con patos; quizás piensa en lo que hubiera pasado si él hubiera elegido Turismo, sin importar lo que decían los demás, o quizás, como todos, piensa en lo efímero que es la vida….

....Y en los propios infiernos que se llevan a cuestas por respetar las costumbres del lugar.

sábado, 3 de julio de 2010

Término de gracia.

Cuando tomé conciencia plena del lugar en que me encontraba era en el interior de runrún, con Fmi durmiendo en el asiento trasero, mi papufo a un lado, y la carretera hacia Guanajuato capital en el exterior.

Hacía frío, comenzaba a clarear e íbamos retrasados aún cuando era demasiado temprano.

Claro, podríamos no haber ido retrasados, pero por ningún motivo iba a dejar de maquillarme.

Llegamos a misa cuando ya el cura se encontraba en la homilía.
Al parecer, unos señores celebraban sus bodas de plata, oro, diamante o como se les diga cuando cumplen años de estar casados.

Casi al unísono de la bendición final, una niña pasó a mi lado y me dio un recuerdo de dicha celebración.

Yo sonreí.

No iba precisamente por ese par de hombres que habían unido su vida en matrimonio hacía muchos años, pero al verlos ahí algo dentro de mí, esa parte que trato de eliminar de mi mente, volvió a hacer eco y a provocarme un suspiro.

Mi progenitor se acercó a mí y me dijo en voz baja al finalizar la misa: “Cuando presenté mi examen recepcional, mi mamá vino a encargarme a la Virgen, yo quiero encargarte también con ella.... no importa que sea dentro de diez años pero que logres ser una Notaria… al fin que los 40 años son una muy buena edad para ser Notario…..”.

Yo dije entre dientes: “Treinta y ocho por favor.”.

Vi a la descendencia de los “vueltos a casar” y ví ahí tres generaciones reunidas en aproximadamente treinta personas para la fotografía.

“Es una familia muy grade papufo!”.
“Ya si no… son cincuenta años los que han transcurrido jess.”.

Volteé a ver mi recuerdo por haber sido asistente a esa ceremonia, vi hacia delante y recé un poco avergonzada: “Por favor que encuentre a un buen hombre, no importa que sea de aquí a diez años…. Y por favor, que tengamos una descendencia numerosa…”.

Me persigné y salimos del Templo.

Era una mañana nublada.
Exquisita.

Me apresuré a comentarle a mi papufo y a mi hermano que debíamos buscar rápidamente un lugar para ver el partido que estaba por comenzar.

Fuimos al Jardín Unión y las primeras pantallas que vimos eran las de los bares, pero las 9 am no son buena hora para tomar cerveza, así que decidimos ir a la casa Valadez, que para quien no sepa es un restaurante que se encuentra en una esquina de dicho Jardín Unión, frente al Teatro Juárez.

Nos sentamos afuera porque adentro había un evento privado, pedimos la carta, comentamos acerca de que Alemania era nuestro favorito, y desayunamos viendo el partido que toda Argentina recordará como la peor humillación dentro de mundiales.

Claro, no contábamos con que los bares de enfrente tenían transmisión vía Sky, y el Valadez tenía baños remodelados que “no le piden nada a los de las Vegas” según mi papufo, pero… con señal de televisa.

Cosa que no me hubiera importado la gran cosa, de no ser porque conforme transcurrían los noventa minutos reglamentarios, me di cuenta de que nosotros teníamos una transmisión que iba retrasada por 5 segundos.

Y mientras en mi pantalla veía al equipo alemán con el balón en todo el Jardín Unión se escuchaban las multitudes vitoreando un: “Gooooooooooool”.

Podría hablar del punto de vista experto del partido, pero no se puede mencionar algo que no se haya dicho aún.

Sólo que estuve a punto de regresar a la Basílica, hincarme, cerrar los ojos y decir: “Y por favor, que sea así de guapo como Lukas Podolsky”.

Pero en lugar de eso, me puse a escuchar a un cantante ambulante que cantaba un tango de Gardel que decía: “Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada errante en las sombras, te busca y te nombra….”.

Volteé a ver la Basílica; mientras para algunos cincuenta años es toda una vida, para otros veinte años no son nada y para algunos más, diez años son un término de gracia.

Sonreí y miré el cielo exquisitamente nublado.